viernes, 23 de octubre de 2015

Design thinking, un nuevo modo de ver los negocios


Esta metodología comienza a ganar terreno en la formación dentro de las universidades. Diseñar experimentar, crear, hacer son algunas de las nuevas tareas que aprenden los ejecutivos para obtener resultados diferentes. Innovación y creación dos preocupaciones que hoy están presentes en las empresas para poder diferenciarse de otras.

Una  de  las  formas  que  hoy encuentran  las  empresas para  poder  diferenciarse  de su competencia es la innovación. Este proceso, el cual se puede abordar desde diferentes metodologías, se hace cada vez más presente, pero ya no solo para el lanzamiento de nuevos productos, sino que también comienza a tomar relevancia en el planeamiento estratégico, el modelo de negocio y las relaciones laborales; sea para retener el talento o para atraer a los mejores perfiles. “Las empresas que actualmente utilizan design  thinking  son aquellas que  trabajan en  innovación y que nos sorprenden”, dice Eva Gonçalves, Co-titular del curso de 
design thinking de UADE Executive Education.

De  las metodologías adoptadas para favorecer el proceso de innovación, el design thinking, o pensamiento de diseño, viene ganando  terreno en  la  formación de  los ejecutivos de  las más diversas áreas. El  término “design  thinking”  fue  acuñado  por  Tim  Brown, creador  de  la  consultora  IDEO,  una  de  las principales  consultoras de diseño, desarrollo de productos e  innovación de Estados Unidos, en el año 2008. De acuerdo con su propia definición: “Se trata de una disciplina que usa la sensibilidad y el método de los diseñadores para hacer coincidir las necesidades de las personas con lo que es tecnológicamente factible y con lo que una estrategia viable de negocios puede convertir en valor para el cliente y en una oportunidad para el mercado”. De lo que se trata, en resumidas palabras, es de hacer visual aquella  idea que puede llevar a  la solución de un problema determinado. “Es innovación centrada en las personas. Design  thinking articula  racionalidad  con creatividad  para  presentar soluciones diversas a un problema”, resume Gonzalo Auza, docente del programa de formación ejecutiva “Design thinking cómo crear negocios innovadores” del ITBA y titular de la consultora Inter Cultura. 

De esta manera, si bien surge a partir de la necesidad de diseño de un nuevo producto, hoy se lo aplica tanto al posicionamiento como a la mejora de los procesos y hasta al modelo de negocio. Por este motivo, las universidades comenzaron a incluirlo en la formación de posgrado y de grado en carreras en donde el diseño es trabajo de otros. “Design thinking se puede aplicar al campo del posicionamiento, al del marketing, los negocios, a los procesos de cualquier tipo de cualquier organización y, lo que es más tradicional, al desarrollo de producto, servicios y experiencias de los usuarios”, dice Rolando Meyer, profesor del MBA y de  la Maestría en Comunicación y Marketing de la Universidad de San Andrés (UdeSA), y cofundador de Tobuy.

El modelo de pensamiento de un diseñador tiene una gran impronta  intuitiva, y es esta una de  las características que hacen de design  thinking una herramienta  interesante en la formación de ejecutivos. “La intuición es imperfecta pero hay que escucharla”, afrma Meyer. Para Marcela Frías, Co-titular del curso de UADE Executive Education, “este aprendizaje es posible que falle, pero también tiene un modelo científco, dado que se utilizan hipótesis y se ponen a prueba, pero la experimentación que se realiza es un aprendizaje muy valioso para  los ejecutivos”. En este sentido marca una diferencia en la formación, los ejecutivos por lo general se sientan en un aula a escuchar y recibir la información; en tanto, los diseñadores “trabajan sobre una mesa, experimentan”, dice Frías, quien también dirige la consultora Aire Design Marketing junto a Gonçalves.

Art attack

Por esta impronta en la experimentación, las dinámicas de las clases suelen ser diferentes a las de otras materias que se dictan en un posgrado. “Lo primero que se trabaja es la actitud, hay que darle lugar al error, a hacer con las manos. El aprendizaje es muy budista, se aprende haciendo”, explica Meyer. De esta  forma, por ejemplo en UdeSa, se insta a los alumnos a la participación y a que dibujen aquellas  ideas que plantean para la solución de un problema;  lo esencial es que experimenten.  “al  comienzo del  curso pregunto quiénes saben dibujar y son muy pocos  los que levantan la mano, luego hacia el final la mayoría dibuja. De lo que se trata es de romper mitos y de estimular la creatividad”, comenta Meyer.

En tanto desde el ITBA se trabaja a partir de un problema específico y se  les hace “vivir” a  los alumnos  las diferentes etapas de design thinking. “Les proponemos que realicen el trabajo de campo, que salgan a  la calle y  realicen  los sondeos necesarios para empezar a modelar la solución. El programa finaliza con la presentación de un prototipo que se presenta como viable para la solución de un problema, de esta forma el alumno pasa por todas las fases del proceso desde la práctica”, explica Auza.

Si bien se trabaja con lo visual, tampoco se debe pensar que se trata de hacer un collage o simplemente pegar papeles para llegar a  la solución de un problema. Por el contrario, design thinking tiene su modelo de desarrollo en donde a partir de la práctica se aplica la teoría. “Si bien es fexible, existen estadios que hay que respetar”, remarca Frías

Los momentos de design thinking son cinco: descubrir, interpretar, idear, experimentar y evolucionar. El primero, según lo comenta Meyer, es un momento concreto, en donde se forma el equipo de trabajo y se comienza a explorar el tema en cuestión. En este caso la estenografía es una de las técnicas que se utilizan para poder realizar esta primera aproximación. “los equipos que se  forman deben  ser  interdisciplinarios; cuanto más  variado, mejor,  dado que se puede ver el problema desde diferentes ópticas”, puntualiza el docente de UdeSA.

Se busca  la pluralidad,  ya  sea por disciplinas o por perspectivas. “En una empresa esta diversidad puede estar dada por gente  de  finanzas  que  tiene  una  forma  de  ver  las  cosas,  de atención al cliente, de producto, de marketing, de ingeniería, y todos van a ver el problema de forma distinta, ya sea por su formación de base o por su tarea cotidiana”, sintetiza Auza. Durante el segundo paso, la interpretación, lo que se busca es realizar una síntesis y analizar lo obtenido en la etapa anterior.

Aquí ya es posible arribar a algunas conclusiones y se obtienen indicios sobre posibles soluciones que van a ser trabajadas en la etapa siguiente. En el momento de idear, se trabajan aquellos indicios para comenzar a buscar soluciones. Para esto se utilizan técnicas de brain storming o juegos de rol, por ejemplo.

Luego vendrá la etapa del testeo o experimentación, en donde  se construyen prototipos de  la  idea seleccionada para llevarlos a la práctica. Es decir que se adaptan esas ideas de la etapa anterior a la realidad concreta. 

Finalmente, como última etapa de design  thinking,  llegará el momento de ver cómo evoluciona aquello que se pensó. Para  esto  se  utiliza  la  técnica  de  prototipado  denominada “quick and dirty” que permite ver, rápidamente, las virtudes y debilidades de una idea. En este camino que se recorre existe un componente que le da al design thinking un carácter diferencial: la iteración, es decir repetir y revisar para poder encontrar el error o afanzar el camino elegido. “En este proceso es válido equivocarse; y cuanto más pronto sea, mejor, para saber hacia dónde no se debe ir”, resume Auza.

Otra de las características del pensamiento de diseño es la serendipia (serendipity), es decir el descubrimiento inesperado de una cosa cuando en  realidad  se está buscando otra. Este proceso se facilita por la posibilidad de explayar sobre una pizarra, por ejemplo,  las  ideas y poder verlas en conjunto y de forma  compartida.  En  ese momento  no  solamente  se  tiene un mapa de múltiples opciones, sino que además se comparten los diferentes puntos de vista del equipo. esta mirada grupal,  realizada  desde  un lugar individual,  es  justamente  la que puede  identificar una solución para otro problema. Pero  también durante  las  etapas se da un proceso de convergencia y divergencia que  implica creatividad en la búsqueda de soluciones que tienen que ver  con  dos  procesos  distintos:  la  búsqueda  de  alternativas posibles y la selección de esas alternativas. “Este es un aspecto central que se diferencia de los típicos procesos de convergencia que se dan en cualquier organización”, aclaran desde el ITBA.

Pero en todo este proceso, lo visual cumple un rol fundamental. “Los métodos visuales son condición necesaria que permiten ver cómo se hacen  las cosas y se pueden compartir, esto no se puede hacer por el medio escrito o compartiendo documentos”, explica Auza, pero aclara que el pensamiento de diseño no se agota en esto.

Mundo corporativo

Las aplicaciones del pensamiento de diseño, según  los especialistas, hoy pueden desarrollarse en todas las áreas de la empresa. “La meta de enseñar esta metodología es  la de dotar al ejecutivo de otra mirada del negocio que instale un espíritu de cambio que inevitablemente lleva a innovar”, dice Frías.

Pero  también este  trabajo  colaborativo, que deviene en  cocreación, que se  lleva adelante con design thinking,  impacta en las relaciones personales en la empresa. “el poder inundar una pared de ideas y compartirlas entre todos, y tomar en cuenta  todas  las  voces,  esto cambia la dinámica de las decisiones”, explica  la  titular  de UADE. “El design thinking está sostenido sobre un trabajo de campo y el punto de partida es mediante  datos  objetivos  de  la  realidad  de  las  personas  como comportamientos, modelos mentales,  ventanas  de  oportunidad diferentes”, enumera Auza. Por este motivo, se favorece  la  innovación pero  centrada en  las personas. Esto aplicado a la empresa significaría poder ver desde otro punto de vis-
ta a  los clientes y a  los colaboradores para brindar una solución diversa. 

En un  sentido más amplio,  también  se aplica a una mirada estratégica, “no solamente como una resolución financiera y del balance, o como cosas puestas en un plan, sino como una mirada que  tiene que articular tres factores:  lo económico, lo técnicamente factible y lo humanamente deseable. 

En este sentido, el design thinking aporta una mirada ética”, dice Auza. Para Meyer, en  las empresas “pensar  lo  impensado no tiene que ser un objetivo, sino un resultado. Para que surja pensamiento nuevo hay que repensar lo viejo y el pensamiento de diseño favorece este proceso”. Para el docente de UdeSA es muy difícil que dos competidores  lleguen a  la misma solución  aplicando  la  creatividad.  “Hace mucho  que se  invirtió la oferta y la demanda, hoy lo que sucede es que se acortaron los tiempos de desarrollo, pero siempre  fue difícil  la diferenciación  de  producto entre  las  empresas”,  concluye Meyer. Por este motivo, la generación de grupos de trabajo y  la  formación de ejecutivos  en  este  tipo  de  metodología  le otorga a la empresa un diferencial que alienta la innovación. “La creatividad es un proceso de generación de ideas con potencialidad de desarrollo. Todos somos creativos y es posible reaprender esta
creatividad para ponerla en funcionamiento”, finaliza Meyer.

Clientes

En lo que respecta a la elaboración de campañas de marketing, pareciera que design thinking permitiría ahondar aún más las estrategias utilizadas hasta ahora. Si  internet supuso, a partir de  la navegación,  la posibilidad de ajustar la campaña a los gustos de determinados usuarios y  poder  seleccionar mejor el target,  y  las  investigaciones de mercado brindan datos  sobre el mercado,  la competencia  y  también  el target, es el énfasis puesto en lo humano, en la cocreación, lo que hace de design thinking  una  metodología que  podría  revolucionar  el concepto de marketing colaborativo. Es decir que mediante esta metodología no es el usuario opinando, comentando o probando un producto ya existente, planeado e ideado por un equipo, sino que se lo encuentra participando del mismo proceso de creación. Si bien, como dice Auza, “una característica de la sociedad es que descansamos en la imprenta de Gutenberg”, tal vez ha llegado el momento de pensar si eso, que hoy es tan solo un garabato en un post-it, no sea  la punta del ovillo de un nuevo plan de negocio. Como todos los consultados recordaron: una imagen sigue valiendo más que mil palabras.

Publicada en Anuario Editorial Dossier 2014

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