Analizar el contexto, aprender de
los errores y trabajar en equipo son algunas de las características de este
proceso en donde lo racional y lo emocional se hacen presentes para lograr el
éxito del negocio.
Hacia el año 1908 Henry Ford
desarrolló todo un modelo que revolucionó a la industria en general, el Ford T.
Así, Ford imaginó un auto que fuera accesible a todo público, de bajo precio,
con una producción en serie para acortar tiempos y costos de fabricación.
Apoyado en el desarrollo de Taylor, el Ford T invadió el mercado y logró su
cometido: llevar a la Ford Motor Company a convertirse en una industria
próspera.
En este desarrollo, hoy pieza de
museo, se esconden diferentes aspectos que fueron considerados por Ford.
Simplificando este proceso, se pueden señalar el considerar el mercado al cual
iría dirigido en ese entonces su nuevo modelo de auto. Luego la forma de
fabricarlo para lograr rapidez y bajo costo. Además, se introdujeron algunas
ventajas mecánicas. Todas estas decisiones lograron un auto a un precio
accesible para la clase media que rápidamente invadió los mercados.
Intuición, información, datos
concretos, hoy es imposible conocer en qué principios se basó Ford para tomar
estas decisiones para su negocio, pero la realidad es que funcionó.
Pero hoy en día el escenario es,
tal vez, un poco más complejo. Al momento de tomar decisiones estratégicas para
el negocio, los ejecutivos no pueden valerse solamente en su intuición, sino
que además deberán tener en cuenta otros factores. Además, el contexto en el
cual se desarrolla el negocio adquiere un peso importante, no es igual el
mercado y las condiciones de Estados Unidos o Europa que la Argentina.
Factores
En las empresas, cada día, se
toma una infinidad de decisiones, pero no todas afectan de igual manera el
desarrollo del negocio. Aún así cabe aclarar que no por eso son menos importes.
Sin embargo hay algunas de ellas que sí afectan a toda la empresa, son aquellas
a las que se puede denominar decisiones estratégicas. Éstas “tienen una
naturaleza compleja, se toman en situaciones de incertidumbre o ignorancia,
afectan a otros niveles de decisiones, requieren un planteo integrado, tanto
dentro como fuera de la organización e implican cambios considerables para toda
la organización”, dice Alberto Souto; Decano de la Facultad de Ciencias
Económicas de la Universidad de Belgrano (UB). Es por estos motivos que la toma
de decisiones se ve atravesada por el contexto.
Así el proceso de toma de
decisiones no es igual en Argentina que en otras partes del mundo. “Como es
habitual en varios ámbitos, el entorno de nuestro país plantea condiciones
únicas para la toma de decisiones de negocios. Tal vez el factor principal sea
la información disponible para elaborar las decisiones. Aún en las mejores
épocas las estadísticas disponibles son escasas”, dice Juan Vidaguren; Director
de la Licenciatura en Administración de Sistemas del ITBA. A su vez señala,
como otra característica propia del país, “la costumbre imperante de un cambio
permanente, que si bien es un factor de la creatividad y la rapidez de acción,
hace que sea muy difícil formar buenos decisores y sobre todo transmitir
criterios para ayudar a otras personas a decidir correctamente”, finaliza.
Por su parte, Gabriel Aramouni;
Director de la Escuela de Administración y Negocios de la Universidad de San
Andrés (UdeSA), señala cinco factores clave “en el entorno volátil, incierto,
complejo y ambiguo”, según lo caracteriza. Estos factores son “tener en cuenta
el contexto económico – financiero, político – institucional y socio cultura en
el que actúa la organización. El segundo proyectar diferentes escenarios de
negocios posibles para evaluar alternativas. El tercero evaluar con objetividad
y rigor las fortalezas y debilidades de la organización. Cuarto pensar en el
largo plazo y con un enfoque sistémico e interdisciplinario. Finalmente estar
dispuestos a asumir riesgos y a adoptar una actitud de liderazgo, creativa e
innovadora”, finaliza Aramouni. Así las cosas, la toma de decisiones no
solamente necesita de un análisis de la situación temporal en la cual se la
está pensando, sino que también se hacen presentes elementos del largo plazo
que pueden modificar el rumbo o bien impactar sobre los resultados esperados. Pero
este pensamiento en el largo plazo no debe ser futurología, sino que por el
contrario se debe apoyar en información concreta y lo más certera posible.
Continuando con la
caracterización del contexto nacional en el cual se toman decisiones, Federico
Esseiva; Director y Co Fundador de Tandem Soluciones de Decisión, señala que
“los altos niveles de incertidumbre y dinamismo son factores de extrema
importancia en Argentina. Partiendo desde un marco legal / regulatorio que es
inestable y se modifica continuamente, un factor que debería aportar
simplicidad y estabilidad al contexto, en nuestro país termina siendo un factor
que retroalimenta la incertidumbre”, puntualiza.
Frente a estas características
del contexto, Néstor Arcuri; Director del Centro de Negocios y de Multichannel
Media Sales, recomienda que “la decisión debe tener cierto grado de
flexibilidad” para poder adaptarse al entorno y sus variaciones. Y agrega que
“la estrategia es mirar el mediano, y el largo plazo, pero viendo el corto”.
Una de las características que se observa en el mercado es que por cuestiones
macroeconómicas “el dinero se puso más caro y las empresas tuvieron que cortar
presupuestos y levantar campañas”, dice Arcuri. Así esta variación produjo que
muchas de las acciones proyectadas por empresas de medios y publicidad en
particular se vieran modificadas.
Estas modificaciones que se
producen en el contexto llevan a Souto a pensar en que “siempre puede aparecer
un ´cisne negro´, es decir una variable de muy baja probabilidad de ocurrencia,
pero con un impacto muy alto en los resultados”.
Todos estos factores, tanto del
ámbito local como internacional, que deben ser considerados y analizados al
momento de tomar una decisión estratégica, pueden llevar a la inacción. Sin
embargo, esto no sucede. Según Vidaguren hay “una cultura que privilegia la
acción sobre la decisión. Tendemos a tomar decisiones rápidas para evitar la
inacción, asumiendo un riesgo alto de error en la decisión tomada”.
Distintas miradas
Si la información con la que se
cuenta y que debe ser analizada al momento de tomar una decisión estratégica es
fundamental, una de las primeras fuentes, y tal vez la más confiable, es el
propio equipo de trabajo. “En escenarios tan cambiantes en una necesidad que se
trabaje en equipo. El concepto de bajar línea ya no existe más”, dice Arcuri.
De esta forma señala que en la formación de equipos “intervienen diferentes
estamentos de la empresa. Tienen información de primera mano que uno no tiene,
el feedback es importantísimo”.
En este sentido Esseiva señala
que “la colaboración puede jugar un rol importante en la toma de decisiones si
sabemos administrarla. Es decir, si sabemos cuándo y cómo aplicarla. Cuando se
establecen bien esas condiciones, las decisiones en equipo logran mayor
claridad en el análisis por las múltiples miradas involucradas, mejores
propuestas de alternativas a seguir y un gran alineamiento de los participantes
en la decisión tomada”. Es decir que propiciar la participación del resto de los
integrantes de la empresa no solamente trae el beneficio de contar con
información relevante, sino que además se enriquece el análisis de las
variables y se logra un mayor compromiso con aquellos que participan del
proceso de decisión y luego son los responsables de las acciones concretas.
Pero también, el director de Tandem, señala que para encarar un proceso
colaborativo se debe identificar “el nivel de urgencia de la decisión a tomar,
la necesidad de ´adherencia´ a la decisión por parte de otros para que la misma
sea implementada y la complejidad del análisis de la situación”. Sino “la misma
decisión puede derivar en un enredo ineficiente, inefectivo y muy conflictivo”,
finaliza Esseiva.
Esta colaboración en el proceso
de toma de decisiones pone el acento en la formación del equipo de trabajo. En
esta diversidad, según los especialistas, no hay que tenerle miedo a la
disidencia. “Es necesario que participen los equipos técnicos en muchas de las
decisiones que se toman a nivel político para que sus consideraciones sean
incluidas en el análisis. Quizá incluso perspectivas que contradigan al líder
para evitar el consenso forzoso y también permitir el acceso al debate no por
rango sino por habilidades o experiencia”, señala Souto. En esta característica
de formación de equipos, por una cuestión cultural, pareciera que Argentina
presenta algunas ventajas. Para Vidaguren “nuestra sociedad no es
extremadamente jerárquica, es común observar procesos de toma de decisiones que
tienen una etapa ´conversada´ durante el análisis de las alternativas. Se
observa que en otros países con culturas más definidas por relaciones
jerárquicas más fuertes, que las decisiones no son ni consultadas ni
discutidas”.
Pero más allá de los beneficios
que puede traer la colaboración del equipo durante todo el proceso, el
enriquecimiento con miradas diferentes y voces disonantes, Aramouni señala que
“la instancia final le corresponde al responsable de la decisión, quien debe
asumir ese rol de liderazgo, generando confianza y motivando al equipo para
que, quizás a pesar de no compartirla, sume su compromiso y aporte. Es el arte
de dirigir y hay que entrenarse para hacerlo bien”.
Errores frecuentes
Muchas veces una decisión puede
no resultar exactamente como lo planeado, ya sea por factores externos, como
ser una esperada reacción del consumo que no se produjo, o bien por errores en
el análisis. Los primeros presentan un alto grado de incertidumbre, que puede
minimizarse, pero que en definitiva no dependen enteramente del negocio y sus
ejecutivos. Los segundos, los errores propios, son aquellos que deben ser
tenidos en cuenta para lograr el mejor resultado posible.
Entre estos últimos desde UdeSA
señalan como los más frecuentes “no interpretar señales del mercado, no
anticipar escenarios, no evaluar adecuadamente las implicancias del contexto y
las capacidades de la organización, no tener equipos de trabajo sólidos y bien
formados”, entre otros.
Por su parte Esseiva señala, de
una larga lista, el “sobre optimismo y el individualismo heroico”. El primero,
según el ejecutivo, “está relacionado a una alta confianza en que las
proyecciones de las variables claves que afectan a nuestra decisión se
comportarán de forma benévola con nosotros y de esa forma lograremos los
resultados exitosos que tanto ansiamos”. Desde Tandem explican que en este
punto se puede observar una fuerte presencia del ego de aquel que toma la
decisión y por lo general frente a un pronóstico más reservado o adverso se
tilda al otro de pesimista.
“El individualismo heroico, continúa
Esseiva, está fuertemente ligado a nuestra cultura y afecta a la colaboración.
Solemos valorar por demás los actos o decisiones heroicas de individuos que han
logrado éxito. Esta valoración hace que se refuercen posturas que no abren las
decisiones, no someten a juicio propio ni ajeno sus opiniones y en este camino
se sesgan en su propia visión del mundo”. Desde ya que estas dos posturas
señaladas son contrarias a la idea de colaboración y de formación de equipos,
tirando por la borda los beneficios antes mencionados.
Pálpito
Pero si hasta aquí se
consideraron variables duras, como ser la información del contexto, en toda
toma de decisiones también hay una cuota de subjetividad expresada por medio de
la intuición. Según Aramouni “la mayor parte de las decisiones, según sabemos
hoy por las neurociencias, tienen un fuerte componente emocional. La intuición
es clave, de hecho se la considera una función elevada de la inteligencia. Es
necesario tener el fundamento racional y la información clave para decidir,
pero jamás diría que con eso alcanza”.
En este punto, donde ese pálpito
que llega desde el interior se identifica con la inteligencia, se hace presente
otra característica de la intuición; la experiencia. Arcuri, relacionando este
tema con la formación de equipos, señala que “en un equipo interdisciplinario
la intuición es experiencia y se puede sacar ventaja de esto y enriquecer el
proceso”. Por su parte Esseiva dice que “pareciera haber alguna correlación
entre esa “respuesta” que le llega rápido, automática e inconscientemente y las
“horas de vuelo” del decisor en cuestión. Quizás esto le quite algo de mágico a
la intuición, pero verdaderamente es la manera en que se construye”.
Así las cosas, en el proceso de
toma de decisiones es tan importante la información objetiva como la subjetiva.
Pero ninguna de las dos, en sí mismas, son suficientes para tomar decisiones
estratégicas. Como señala Souto “ninguna decisión es totalmente racional, pero
también es necesario destacar que los administradores / gerentes / directivos
cumplen una función de agente y por lo tanto se le impone una rendición de
cuentas por lo cual sería muy difícil justificar ante los ojos de los
propietarios o la propia comunidad que se tomó la decisión por una corazonada
pero salió mal”. O sea que se hace necesario analizar las variables y al mismo
tiempo escuchar la “voz de la
experiencia” vuelta en intuición o corazonada para lograr la mejor decisión
estratégica para el negocio.
Gimnasia corporativa
En este proceso en donde se
multiplican las variables a considerar y se alzan diferentes voces que pueden
contribuir a tomar la decisión acertada, también se pueden establecer
mecanismos, rutinas y actitudes para aprender del error y no volver a
cometerlo.
En este punto Arcuri señala que
“hay que tener honestidad intelectual para reconocer cosas mal hechas,
autocrítica, humildad y capacidad de cambio para modificar una decisión que no
funciona”. Al respecto Aramouni agrega que “esto es válido para cualquiera de
los niveles organizacionales, desde el primero al último. Esto supone que haya
una cultura que no castigue el error o al que yerra sino que, por el contrario,
se reconozca, se analice y se enmiende”.
Pero también las sucesivas
decisiones, sean erradas o acertadas, aportan gran valor para el aprendizaje
del proceso en general. Vidaguren dice que “la decisión basada en información
ayuda a un mejor seguimiento luego de que ha sido tomada. En esa línea, se hace
posible el análisis y el aprendizaje luego de algunos ciclos de toma de
decisiones, y de a poco van surgiendo patrones que permitan no repetir las
malas elecciones del pasado.
Este proceso de identificación e
iteraciones que se debe realizar en la toma de decisiones, lleva a Souto a
señalar que “Thomas Davenport, autor de Make
Better Decisions, sostiene que las decisiones como cualquier otra actividad
de negocio, no mejorará sin una revisión sistemática. Si no se sabe cuáles son
las decisiones más importantes, no se podrán priorizar las mejoras. Si no se
sabe cómo se toman las decisiones en la organización, no se podrá cambiar el
proceso de cómo se toman. Si no se evalúan los resultados de los cambios, es
poco probable que se logren mejores decisiones. La forma de comenzar es simple,
hay que darle a las decisiones la atención que merecen. Sin ello, cualquier
éxito que la organización logre tomando decisiones será mayormente una cuestión
de suerte”, finaliza el Decano de la UB.
Si bien pareciera que la toma de
decisiones estratégicas es un proceso complejo, donde diferentes variables y
actores se hacen presentes, queda claro que la peor decisión a tomar es la
inacción. De esta forma se deja todo el terreno disponible para la
competencia.
Publicado en Anuario Editorial Dossier 2016
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