
Varias empresas motivan a sus empleados para que colaboren
El ritmo de trabajo en las empresas a veces es extenuante. Reuniones, cumplimiento de objetivos, capacitación, demandan varias horas de la vida cotidiana. Sumado a eso, la gama de posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías de comunicación pueden llegar a absorber el tiempo libre de aquel que desee ser parte de alguna iniciativa de ayuda social.
A pesar de todo, los voluntarios encuentran el tiempo y el espacio para colaborar en diferentes organizaciones. Planificación del tiempo y ganas de hacer son rasgos característicos de esta ayuda silenciosa que se desarrolla día a día. Varias empresas favorecen la participación de sus empleados y los motivan para que cada día se sumen más. A continuación, se presenta una sucesión de pequeñas historias de ayuda que logran grandes avances en los que menos tienen.
A pesar de todo, los voluntarios encuentran el tiempo y el espacio para colaborar en diferentes organizaciones. Planificación del tiempo y ganas de hacer son rasgos característicos de esta ayuda silenciosa que se desarrolla día a día. Varias empresas favorecen la participación de sus empleados y los motivan para que cada día se sumen más. A continuación, se presenta una sucesión de pequeñas historias de ayuda que logran grandes avances en los que menos tienen.
Brazos abiertos
Luis Goyeneche, responsable zonal de operaciones del Grupo Los Grobo, desarrolla tareas de voluntariado. Para Goyeneche, "el voluntariado en la compañía tiene que dejar de ser un programa escrito o hablado y pasar a ser una acción real y que la empresa deje que se cumpla".
El comedor Brazos Abiertos de Mar del Plata, que da de comer a 100 niños, es el lugar que recibe ayuda. Según Goyeneche, "si bien está frente a un basural, el predio está limpio porque se les enseña a los chicos a juntar los papeles y a mantener el orden. Son cosas básicas, pero ayudan a su formación. Esto es como una gota de agua en un incendio en el parque Nahuel Huapi, pero es algo". En el comedor también se desarrollan actividades de lectura de cuentos y se hacen juegos para los chicos. También se recibe a las madres con lactantes y se les brinda un plato de comida y contención.
Hoy, la ayuda social de este voluntario está centrada en el comedor, pero anteriormente realizaba otras acciones por su cuenta en barrios marginales. A causa de una tragedia personal, se decidió por ese camino de ayuda al prójimo. "En septiembre del año pasado tuve un accidente y tenía el 80% de probabilidades de quedar cuadripléjico. La empresa, por una falla de la aseguradora de riesgos del trabajo (ART), se hizo cargo totalmente. Decidió que cambiara de sanatorio y me hicieron operar por el mejor cirujano de columna del país. Esto me hizo revalorizar muchísimo más la vida. Me di cuenta de que en un segundo perdés todo. La empresa facilitó el dinero de la operación y comprobé que en las compañías grandes también hay sentimientos y relaciones interpersonales. Entonces, me acerqué a la fundación y encontré un ámbito muy importante para despuntar el vicio de la solidaridad que tengo", relata Goyeneche.
En el momento de definir su acción de colaboración, este voluntario está convencido de que esa tarea es un deber que tiene cada ciudadano. "La sociedad son todos engranajes; si tengo un engranaje grande y fuerte y uno chiquito que se rompe, no puedo decir que se cae todo. El tema es que la máquina no va a funcionar. Es responsabilidad de todos que no haya chicos con hambre, que estudien...", explica.
Este pequeño aporte que realiza cada fin de semana tiene grandes beneficios. "Miro a los chicos cuando entran y parecería que les hubieran robado la cara, pero a la salida se van con una sonrisa. Esto es lo más gratificante del mundo y me da energía para comenzar la semana de otra manera", concluye Goyeneche.
Un grupo de empleados de SAP comenzó a realizar actividades de ayuda social en 2000. La colecta navideña fue el puntapié inicial para llegar a lo que hoy es la Asociación Civil Solydar.
Desde la asociación ayudan a chicos en edad escolar en Rincón de Milberg, Tigre. Para Montserrat Barredas, que se desempeña como gerente de negocios para la oficina de management de servicios de Latino América de SAP, lo más gratificante de esta acción es "el hecho de ver que con un poco de esfuerzo se pueden conseguir cosas importantes. Ver que nuestro esfuerzo se traduce en alegría para los chicos. Una acción chiquita tiene un gran impacto y esto se ve reflejado en la cara de los chicos".
Además, asegura que se fortalecieron los lazos interpersonales y afectivos con la empresa y que la participación "es una responsabilidad, sólo por el hecho de vivir en comunidad. Todo ser humano tiene que tratar de colaborar en la felicidad de los que viven alrededor. En los últimos años, en la Argentina es más necesaria la ayuda por la situación económica y los planes de gobierno. A pesar de que debería ser una obligación del Estado".
Luis Goyeneche, responsable zonal de operaciones del Grupo Los Grobo, desarrolla tareas de voluntariado. Para Goyeneche, "el voluntariado en la compañía tiene que dejar de ser un programa escrito o hablado y pasar a ser una acción real y que la empresa deje que se cumpla".
El comedor Brazos Abiertos de Mar del Plata, que da de comer a 100 niños, es el lugar que recibe ayuda. Según Goyeneche, "si bien está frente a un basural, el predio está limpio porque se les enseña a los chicos a juntar los papeles y a mantener el orden. Son cosas básicas, pero ayudan a su formación. Esto es como una gota de agua en un incendio en el parque Nahuel Huapi, pero es algo". En el comedor también se desarrollan actividades de lectura de cuentos y se hacen juegos para los chicos. También se recibe a las madres con lactantes y se les brinda un plato de comida y contención.
Hoy, la ayuda social de este voluntario está centrada en el comedor, pero anteriormente realizaba otras acciones por su cuenta en barrios marginales. A causa de una tragedia personal, se decidió por ese camino de ayuda al prójimo. "En septiembre del año pasado tuve un accidente y tenía el 80% de probabilidades de quedar cuadripléjico. La empresa, por una falla de la aseguradora de riesgos del trabajo (ART), se hizo cargo totalmente. Decidió que cambiara de sanatorio y me hicieron operar por el mejor cirujano de columna del país. Esto me hizo revalorizar muchísimo más la vida. Me di cuenta de que en un segundo perdés todo. La empresa facilitó el dinero de la operación y comprobé que en las compañías grandes también hay sentimientos y relaciones interpersonales. Entonces, me acerqué a la fundación y encontré un ámbito muy importante para despuntar el vicio de la solidaridad que tengo", relata Goyeneche.
En el momento de definir su acción de colaboración, este voluntario está convencido de que esa tarea es un deber que tiene cada ciudadano. "La sociedad son todos engranajes; si tengo un engranaje grande y fuerte y uno chiquito que se rompe, no puedo decir que se cae todo. El tema es que la máquina no va a funcionar. Es responsabilidad de todos que no haya chicos con hambre, que estudien...", explica.
Este pequeño aporte que realiza cada fin de semana tiene grandes beneficios. "Miro a los chicos cuando entran y parecería que les hubieran robado la cara, pero a la salida se van con una sonrisa. Esto es lo más gratificante del mundo y me da energía para comenzar la semana de otra manera", concluye Goyeneche.
Un grupo de empleados de SAP comenzó a realizar actividades de ayuda social en 2000. La colecta navideña fue el puntapié inicial para llegar a lo que hoy es la Asociación Civil Solydar.
Desde la asociación ayudan a chicos en edad escolar en Rincón de Milberg, Tigre. Para Montserrat Barredas, que se desempeña como gerente de negocios para la oficina de management de servicios de Latino América de SAP, lo más gratificante de esta acción es "el hecho de ver que con un poco de esfuerzo se pueden conseguir cosas importantes. Ver que nuestro esfuerzo se traduce en alegría para los chicos. Una acción chiquita tiene un gran impacto y esto se ve reflejado en la cara de los chicos".
Además, asegura que se fortalecieron los lazos interpersonales y afectivos con la empresa y que la participación "es una responsabilidad, sólo por el hecho de vivir en comunidad. Todo ser humano tiene que tratar de colaborar en la felicidad de los que viven alrededor. En los últimos años, en la Argentina es más necesaria la ayuda por la situación económica y los planes de gobierno. A pesar de que debería ser una obligación del Estado".
La tecnología como lazo
Muchas veces se ha dicho que la tecnología debe mejorar la vida de los usuarios y éste fue justamente el leitmotiv de Juan Olcese y Rodolfo Kohn, del centro Intel de Córdoba.
Junto al Comunity Team de la empresa presentaron un proyecto en el cual se le brindaba ayuda a la escuela Sullay, para chicos con capacidades especiales, mediante el aporte del trabajo de una escuela técnica y la supervisión y provisión de materiales por parte de la empresa. "Lo llamamos Programa de Triangulación. Presentamos a ambas escuelas y la propuesta era que la escuela técnica hacía el producto y nosotros ayudábamos con la supervisión del trabajo como lo realizamos en la empresa. Se les daba capacitación, participaron ingenieros de la compañía para enseñarles sobre procesos y se les proveyó el material", explica Kohn.
Cuando se les pregunta el porqué de la participación en este tipo de programas, Olcese y Kohn coinciden en que es una manera de dar una oportunidad a jóvenes que no corrieron con la misma suerte que ellos. "Tuvimos una familia con una buena posición que nos permitió educarnos y recibirnos. En toda sociedad hay miembros menos afortunados que uno y dedicarles un tiempo es lo que corresponde hacer. La idea no es sólo realizar una donación de plata, sino dejar algo más como la educación. Tratamos de hacer acciones sustentables en el tiempo", dice Olcese.
Muchas veces se ha dicho que la tecnología debe mejorar la vida de los usuarios y éste fue justamente el leitmotiv de Juan Olcese y Rodolfo Kohn, del centro Intel de Córdoba.
Junto al Comunity Team de la empresa presentaron un proyecto en el cual se le brindaba ayuda a la escuela Sullay, para chicos con capacidades especiales, mediante el aporte del trabajo de una escuela técnica y la supervisión y provisión de materiales por parte de la empresa. "Lo llamamos Programa de Triangulación. Presentamos a ambas escuelas y la propuesta era que la escuela técnica hacía el producto y nosotros ayudábamos con la supervisión del trabajo como lo realizamos en la empresa. Se les daba capacitación, participaron ingenieros de la compañía para enseñarles sobre procesos y se les proveyó el material", explica Kohn.
Cuando se les pregunta el porqué de la participación en este tipo de programas, Olcese y Kohn coinciden en que es una manera de dar una oportunidad a jóvenes que no corrieron con la misma suerte que ellos. "Tuvimos una familia con una buena posición que nos permitió educarnos y recibirnos. En toda sociedad hay miembros menos afortunados que uno y dedicarles un tiempo es lo que corresponde hacer. La idea no es sólo realizar una donación de plata, sino dejar algo más como la educación. Tratamos de hacer acciones sustentables en el tiempo", dice Olcese.
Voluntarios
Si bien éstas son sólo algunas historias sobre el trabajo solidario que se desarrolla en las empresas, alcanzan para dar muestra del esfuerzo de los voluntarios. Son empresas decididas a brindar ayuda, con empleados que se comprometen con el entorno social y dan lo mejor de sí, tanto en su puesto laboral como en el voluntariado. Es muy difícil que una empresa discontinué sus acciones si sus empleados participan en ellas. Las necesidades existen y el contexto está dado en muchas compañías; sólo falta animarse.
Clasificar por otros
Natalia Trevisan, analista de la empresa AON Risk Services Argentina, colabora con el programa que la empresa desarrolla con COAS y Banco de Alimentos. "Clasificamos, empacamos la comida que donan las empresas; luego ellos las reparten. Cada caja tiene que tener un determinado peso o cantidad de unidades según la necesidad", asegura.
Pero ya estaba involucrada en iniciativas sociales desde hace bastante tiempo. Cuando estaba en el colegio apadrinó a una escuela de Catamarca y colabora con un geriátrico. "Todavía tengo ahijados", afirma.
Para Trevisan, no participar es una forma de quedarse afuera porque al día siguiente al que se realiza la actividad solidaria es de lo único que se habla en la compañía. Lo define como "una elección que uno hace, con total responsabilidad, dado que el trabajo demanda concentración y dedicación".
Si bien éstas son sólo algunas historias sobre el trabajo solidario que se desarrolla en las empresas, alcanzan para dar muestra del esfuerzo de los voluntarios. Son empresas decididas a brindar ayuda, con empleados que se comprometen con el entorno social y dan lo mejor de sí, tanto en su puesto laboral como en el voluntariado. Es muy difícil que una empresa discontinué sus acciones si sus empleados participan en ellas. Las necesidades existen y el contexto está dado en muchas compañías; sólo falta animarse.
Clasificar por otros
Natalia Trevisan, analista de la empresa AON Risk Services Argentina, colabora con el programa que la empresa desarrolla con COAS y Banco de Alimentos. "Clasificamos, empacamos la comida que donan las empresas; luego ellos las reparten. Cada caja tiene que tener un determinado peso o cantidad de unidades según la necesidad", asegura.
Pero ya estaba involucrada en iniciativas sociales desde hace bastante tiempo. Cuando estaba en el colegio apadrinó a una escuela de Catamarca y colabora con un geriátrico. "Todavía tengo ahijados", afirma.
Para Trevisan, no participar es una forma de quedarse afuera porque al día siguiente al que se realiza la actividad solidaria es de lo único que se habla en la compañía. Lo define como "una elección que uno hace, con total responsabilidad, dado que el trabajo demanda concentración y dedicación".
Maestros por un día
Jorge Saade, senior service agent de FedEx, colabora con los programas de educación que tiene la empresa junto a Junior Achievement. Los empleados concurren un día a la escuela Nuestra Señora de La Paz de Villa Lugano para dar clase. Previamente deben realizar un curso de capacitación especialmente desarrollado por Junior Achievement y preparar la clase que van a dictar.
Saade decidió participar de este programa porque sintió que pertenece a una compañía "comprometida con el bienestar de sus empleados, cuya política es ayudar y entrenar a su gente continuamente". Esto lo incentivó a sentir que tenía que hacer algo por la sociedad.
Nunca se imaginó que esta experiencia también le serviría para compartir otras con sus colegas de trabajo y en un ámbito extralaboral.
Para Saade, el voluntariado se relaciona con el deber y la responsabilidad. "Es un deber que tenemos los mayores con la sociedad escolar. Los jóvenes son el futuro de nuestro país y todo aquello que contribuya a mejorar su aprendizaje debe hacerse. Es una obligación empresarial y gubernamental."
Historias como estas se multiplican en toda la Argentina y permiten que las organizaciones del tercer sector se fortalezcan.
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