
El presidente de Ford Argentina, Enrique Alemañy, habla sobre su carrera profesional.
Ingresar en una empresa, hacer carrera y llegar al puesto más alto parece hoy una cosa del pasado. Crisis, fusiones, nacionalizaciones, compra y venta de empresas son algunos obstáculos que no permiten a un profesional desarrollar su vida laboral en una sola compañía. La estructura de las organizaciones ha cambiado y se ha ido adaptando a nuevos modelos. Acompañar estos cambios no es tarea sencilla.
Enrique Alemañy es uno de los ejemplos que muestran que a pesar de todo es posible hacerlo. Ingresó en la empresa, creada por Henry Ford en Estados Unidos en 1903, como analista del área de finanzas. En 1994 trabajó en Brasil y desde 1999 preside la compañía. De esta forma se convirtió en el primer presidente argentino que asciende desde el puesto de analista.
Más allá de la importancia en la industria automotriz, Ford ha marcado diversos hitos en la producción fabril en general. El llamado fordismo, que se centró en una mayor especialización del trabajo, control de los tiempos productivos, producción en serie, altos salarios y reducción de costos, fue implementado por diversas industrias, gozó de reconocimiento mundial hasta la década del 70 y hoy muchos de sus métodos siguen vigentes.
Actualmente, la empresa es la primera en América latina que ofrece, junto con EDDE, una maestría orientada a los concesionarios para capacitarlos en pensamiento estratégico, habilidades gerenciales de comunicación, liderazgo, entre otros temas.
Desde 1960, la empresa posee su planta de producción en Pacheco donde trabajan, actualmente, 2960 personas.
-¿Se veía en esta posición?
-Mi intención era demostrar que estaba capacitado para puestos gerenciales. En ese momento las estructuras eran otras y alcanzar niveles de supervisión era un éxito. En ningún momento pensé que iba a llegar a controller o director de finanzas. Excedió completamente todas las expectativas que tenía.
-¿Tiene ventajas el haber pasado por tantos escalones?
-Sí, conocer a todo el equipo, las funciones y cómo opera la compañía. Tengo una infinidad de amigos acá adentro y la responsabilidad de que a esta compañía le vaya bien. A veces siento como una carga esa vinculación emocional que genera el estar trabajando al lado de tanta gente donde incluso muchos de ellos fueron supervisores míos y me enseñaron mucho.
-¿Cómo fue el trabajo en la fusión con Volkswagen?
-Una experiencia fascinante. Era analista y tuve la suerte de formar parte del grupo que hizo el estudio de factibilidad, que terminó en la decisión de hacer la fusión. Juntarse con otra cultura diferente me permitió tener una visión mucho más global del negocio. Pasé de mirar los aspectos financieros a ver cómo se discutían los aspectos de recursos humanos, de manufactura, ingeniería, sistemas, compras. Me hizo crecer muchísimo y también fue una carga de trabajo enorme. En la Argentina la fusión se implementó y se llegó a tener una integración total. Se trabajó muy bien en equipo y todavía uno conserva muchos amigos de esa época.
-¿Cómo fue la experiencia en Brasil?
-En el aspecto familiar creo que se consolidó la relación con mi esposa y los chicos porque estábamos permanentemente juntos. Desde lo laboral me tocó trabajar en una organización diferente. Me recibieron bárbaro y me quedaron muy buenos contactos que después sirven para seguir creciendo.
-¿La considera necesaria?
-No. Para llegar a director de Ford Argentina no es obligatorio, pero normalmente todos tienen alguna formación internacional. No es que esté escrito, es la propia dinámica de la organización. Es altamente recomendable, pero no condición necesaria.
-¿Qué diferencia al argentino en el trabajo?
-La gente de Ford tiene una enorme capacidad y talento. Tenemos mucha creatividad, iniciativa. En Brasil son un poco más disciplinados. Si nosotros logramos combinar la disciplina con el talento nuestro, podemos marcar una diferencia. Pero no es tan fácil combinarlo.
-La indisciplina, ¿puede ser porque el talentoso siempre se quiere mostrar?
-Hay que darle las oportunidades y tener procesos que permitan la participación de todos en alcanzar un objetivo. Tenemos una política de puertas abiertas que privilegia el trabajar en equipo, tener objetivos claros y bien alineados. En ese ámbito, solos aparecen los talentos. A mí me gusta que venga la persona que hizo el trabajo y lo presente, más allá de que esté el jefe.
-¿Cómo se forma un buen equipo de trabajo?
-Hay que predicar con el ejemplo. Los directores tienen que llevarse bien y ser un equipo, y no trabajar en chimenea, el de manufactura por un lado, el de finanzas por otro. Tener en las reuniones un comportamiento respetuoso, escuchar a los demás. También se logra un equipo cuando la gente se siente respetada, cuando percibe que la compañía tiene una actitud justa con él.
-Ponerse en el lugar del otro no es fácil.
-La gente acepta el máximo de los sacrificios si sabe que es por una causa que tiene sentido. Pero hay que explicar. La comunicación del estado de las cosas y por qué se hacen es la medida más fácil para que las acepten. Si se fracasa en eso va a haber un ambiente total de frustración.
-¿Cuál es la mejor forma para motivar al personal?
-Es el reconocimiento de un trabajo bien hecho o el alcanzar un objetivo que toda la organización anhela. Si sólo es el salario y no se reconoce a la gente, es una compañía fría. Hay que reconocer y celebrar genuinamente los logros. También cuando algo no funciona sentarse y decirlo. No como reproche, sino en forma positiva. Cuando se mejoró hay que tomarse el trabajo de reconocerlo formalmente, pero más importante informalmente. Lo que más vale es el comentario porque es genuino. Todo esto lo aprendí con los años.
-¿Qué competencias se necesitan para trabajar en Ford?
-Buscamos una persona íntegra, que sepa trabajar en equipo, con una excelente formación profesional, responsable y con ganas de crecer en la organización.
Hoja de vida
ENRIQUE ALEMAÑY tiene 51 años, nació en San Fernando, provincia de Buenos Aires. Está casado con Cristina y tienen tres hijos, Julia, de 22; Agustín, de 20, y Francisco, de 16. Estudió en el Colegio Nacional Marcos Sastre de Tigre. Se graduó como contador público nacional de la Universidad de Buenos Aires. Su deporte preferido es el fútbol. Además disfruta de navegar por el Delta con sus amigos y pasar buenos momentos en familia. “Me gusta estar muchísimo al aire libre, haya sol o no.” Casi como parafraseando la reciente campaña publicitaria de la empresa que dirige, agregó: “Siempre tengo que estar moviéndome”.
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