El presidente de Boehringer Ingelheim habla de su experiencia laboral
Bodo Hülse tiene su oficina en la Avenida del Libertador, en Núñez, un lugar bien dispuesto, con muebles sobrios y un amplio ventanal a la calle. De hablar pausado, con excelente dicción del español, Hülse ingresó en el laboratorio que produce la Buscapina, entre otros, mediante un programa de jóvenes profesionales en Alemania.
Bodo Hülse tiene su oficina en la Avenida del Libertador, en Núñez, un lugar bien dispuesto, con muebles sobrios y un amplio ventanal a la calle. De hablar pausado, con excelente dicción del español, Hülse ingresó en el laboratorio que produce la Buscapina, entre otros, mediante un programa de jóvenes profesionales en Alemania.
Realizó un entrenamiento en Barcelona. Luego trabajó en Uruguay, España, Colombia y, finalmente, llegó a la Argentina para dirigir toda la región sudamericana, con excepción de Brasil. "Una región tan amplia como interesante. Hay diferentes culturas e idiosincrasias. No somos todos iguales", dice.
-¿Cuál es el rasgo sobresaliente del trabajador argentino?
-No es fácil trabajar con el argentino. Pero yo creo que también tiene más mala fama de lo que en realidad es. Al que viene de la Argentina se lo mira primero con un poquito de cuidado. Pero después te das cuenta de la calidad humana y no hay problemas.
-¿Qué es lo que hace que se lo mire con cuidado?
-El argentino piensa que siempre está un paso más allá del resto. Sin embargo, hemos creado un programa en el que participan 60 ejecutivos que pertenecen a diferentes países y noto que esta percepción está cambiando. Se ha formado un grupo humano que se respeta mutuamente. Por otra parte, nunca se debe borrar la identidad de un país o de una persona. Todos deben aceptar las diferencias y trabajar en conjunto.
-¿Qué competencias se necesitan para trabajar en Boehringer?
-Lo que esperamos es una buena formación básica, que concuerde con la cultura de la compañía. En 1994, introdujimos un proyecto que se llamaba Visión y Liderazgo, donde definimos claramente nuestros perfiles, nuestra forma de trabajar, nuestra cultura, siempre trabajando sobre la ética.
-¿A qué se refiere con formación básica?
-A una buena educación escolar y algún grado universitario o una especialización. Esto es para mí lo que se necesita hoy en día. Es muy difícil que los chicos que salen de la escuela decidan qué hacer. Por eso ofrecemos una estada en la compañía, de tres meses, para que entren al mundo laboral y vean qué viene después.
-Son chicos que terminan el secundario
-Sí. Es un programa no sólo para los hijos de los empleados, sino que también tenemos un convenio con la Cámara Alemana. Es una filosofía que aprendí en Alemania. El dueño de la compañía dijo: Yo formo gente joven más allá de los que necesito porque para mí es una obligación como industrial hacia la sociedad .
-¿Por qué conviene trabajar en Boehringer?
-Por la imagen que estamos dando al mercado del empleo y la forma en que tratamos a nuestro personal. La rotación es muy baja, así que aparentemente tenemos un nivel salarial adecuado para el mercado. Ofrecemos muchas posibilidades de desarrollo en el nivel nacional e internacional. También estamos creciendo mundialmente en el ranking de la industria farmacéutica.
-Usted habla alemán, español, y seguramente también inglés...
-Sí, hoy día es casi imposible no hablar inglés, de lo contrario uno se queda afuera. También damos clases de alemán, porque es nuestro origen. Se hablaba mucho alemán, pero hoy, gracias a la internacionalización de la compañía, en la misma casa matriz, por respeto, porque hay gente de diferentes nacionalidades, se habla inglés.
-¿Cómo ve el nivel de inglés de la Argentina?
-Ha mejorado muchísimo, pero hay que insistir más. Es una obligación que tiene la escuela de enseñar inglés. Yo creo que el joven que quiere hacer una carrera internacional o local tiene que hablarlo. Claramente, cuando incorporamos gente preguntamos por el nivel de inglés, ése también es un criterio de selección.
-Usted ingresó por un programa de jóvenes profesionales
-Sí. Estamos hablando de 1965, lo cual no es comparable con hoy. Nos presentamos con nuestras notas y tuvimos las entrevistas. La demanda de jóvenes era muy grande, no había desempleo. La competencia hoy día es feroz. Para un cargo directivo hay gente muy preparada, que tiene experiencia en el exterior, que realizó un MBA. Los jóvenes que se quedaron con lo básico quedan afuera.
-¿Se necesita el inglés y un MBA para hacer carrera?
-Yo no creo en la gente que termina el colegio y entra en la universidad, hace un master y ya está preparada. Para mí, el paso ideal es hacer, durante el último tiempo del colegio y la universidad, pasantías en la industria en la que uno quiere trabajar. Después sí conviene entrar en la industria y dos o tres años más tarde, hacer el master. La experiencia laboral no se suple con el MBA.
-¿Qué es lo más importante en la entrevista personal?
-Ahí soy muy crítico. Soy un poco a la antigua. Cuando un chico de 20 años entra y me tutea, no lo veo como una cosa adecuada. Es falta de ubicación. Hay momentos cuando yo mismo hablo con los dueños de la compañía, que es de una familia y sí los tuteo. Es un camino que hemos recorrido juntos durante muchos años. Pero considero medio desubicada a la persona que se toma ciertas familiaridades desde el principio. Es respeto frente a lo desconocido hasta que formo parte de la familia.
-¿Y del CV?
- En el CV hay que poner los aciertos y después, en la entrevista, también hay que reconocer algún fracaso.
-¿Cómo era este trabajo cuando usted empezó?
-Ha cambiado mucho. Los que llevamos muchos años en la industria tenemos que adaptarnos en forma constante. Estos cambios van a ser cada vez más rápidos. La velocidad de la comunicación exige velocidad de pensamiento. Las decisiones, hoy día, se toman muy rápidamente y a esto nos hemos tenido que adaptar.
-¿Cómo hace para balancear el tiempo libre y el laboral?
-Yo creo que estamos bajo una presión enorme que nos ha impuesto la tecnología. Pero tenemos que buscar el equilibrio, porque si no puede traer muchas consecuencias para la compañía y la familia. Sin el apoyo de la familia esto es imposible, pero también tenemos que dar más a la familia.
-¿Cómo ve la industria en el futuro?
-Tenemos que dirigir la organización hacia la investigación. Esto de tomar un producto, copiarlo y venderlo ya es pasado. Actualmente tenemos un mercado genérico. Por lo que el profesional de investigación va a ser una persona altamente calificada. Es un mercado muy competitivo.
Hoja de vida
Bodo Hülse tiene 63 años. Nació en Hemau, Alemania. Estudió economía en la Escuela de Economía de Berlín. Actualmente es el Country Manager de Boehringer Ingelheim para los países de América latina, menos Brasil. Comenzó su labor en 1965, en la sede del laboratorio, en Alemania. Actualmente tiene a su cargo 1200 empleados en el nivel regional, de los cuales 400 se encuentran en la Argentina. En 2003 fue distinguido como Empresario del Año Security en el rubro Industria Farmacéutica. Su deporte preferido es el golf.
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