
El socio director de KPMG analizó su carrera y las diferencias entre el empleado actual y el de hace unos años
"¿Vos querés que te cuente mi trayectoria sin parecer pedante? Yo lo hago, pero lleva tiempo." Estas -dichas con humor- fueron las primeras palabras que Alberto Schuster, socio director ejecutivo de KPMG, dijo en la gran sala de reuniones que posee la empresa.
Sin embargo, en realidad evidenciaba un hecho real. Schuster comenzó a trabajar a los 17 años como auditor. A los 24 se le presentó una oportunidad laboral diferente y renunció. "Cometí el mismo error que yo les digo a los chicos que no deberían cometer: salir de una firma como las nuestras para ganar más dinero, preocuparme por el corto y olvidarme del largo plazo."
Cuatro años después, luego de ver un aviso en el diario, Schuster pudo entender que uno de los socios del estudio donde él había trabajado se establecía en la Argentina con una nueva firma. Eran los inicios de lo que luego fue KPMG. "No sé si él me conocía, porque era la época en que un socio te cruzaba en una escalera y ni te miraba. Vos no podías utilizar el ascensor que usaban ellos", recordó Schuster.
Ingresó a este nuevo estudio y su primer cliente fue Nestlé, al que conservó durante casi toda su carrera. Luego ocupó un cargo gerencial, siempre en el área de auditoría, y a los 31 años fue nombrado socio. Durante la década del 90 fue director del proyecto de privatizaciones del transporte de electricidad, entre otros.
Asumió la conducción del área de consultoría en América latina y, finalmente, en 2002 volvió a auditoría hasta llegar a su puesto actual.
Además fue ayudante y luego profesor de la materia de auditoría en la UBA, escribió dos libros, dictó varias conferencias y fue vicepresidente primero del Consejo Profesional de Ciencias Económicas.
KPMG es parte de una red internacional de servicios profesionales en consultoría, impuestos, auditoría, entre otros. En la Argentina posee dos oficinas, una en Buenos Aires y otra en Córdoba, en las cuales trabajan 800 personas.
- ¿Cómo es la relación hoy entre el socio y el empleado?
-Si bien el socio tiene las mismas responsabilidades, la relación con la gente es mucho más cercana. El coaching que se hace con la gente para asesorarla sobre su carrera, el proceso de reclutamiento, ir a los clientes, la celebración de los éxitos con la gente, antes esto no era tan común.
- Al haber vivido las dos formas, ¿con cuál se siente más cómodo?
-Esta es más interesante. La anterior era más cómoda: oficina, aire acondicionado, pedir audiencia y todo eso. Hoy, la relación de la firma con la gente es tan importante como la relación de la firma con los clientes. Antes la gente quería trabajar en esta firma porque se sabía que se aprendía y punto. No se fijaba si al poco tiempo había una mejor oportunidad. La visión a mediano y largo plazo era mucho más larga. Nos movíamos a velocidad de libro. Hoy los chicos se mueven a velocidad de clic.
-¿Antes era vista como lugar para adquirir currículum?
-Estas firmas son las que más valor agregado dan a la gente en los períodos iniciales de su carrera. La diferencia con el pasado es que el deseo de permanencia que había era superior a la percepción de permanencia que hay hoy. La gente ahora esta permanentemente buscando. La mayoría se queda, nuestra tasa de rotación es baja. Hoy, reclutar, capacitar, motivar, son temas críticos.
-¿Qué acciones realizaron para afrontar estas diferencias?
-La clave de nuestro trabajo es percibir qué necesita el mercado y generar productos para satisfacerlo. Percibir qué quiere la gente y brindar una carrera acorde. Antes no era tan importante el idioma y hoy tenemos que tomar gente con un razonable nivel de inglés. La capacitación es más sofisticada e intensiva. Tenemos sistemas para motivar a la gente a permanecer más en la firma, compensaciones variables que antes no existían. Y mayores beneficios para aquellos que más tiempo permanecen en la empresa.
-También ofrecen la posibilidad de hacer carrera en otros países.
-Sí, pero en realidad hoy estamos importando gente. Hemos tenido un gran crecimiento. Enviamos gente a trabajar a otros países en forma esporádica, pero somos totalmente demandantes de gente. Si quisiéramos enviar 20 personas a España, los españoles estarían gustosos, porque éste es un fenómeno mundial. Si lo hacemos en forma masiva no daríamos abasto para atender nuestros clientes.
-¿A qué se refiere con fenómeno mundial?
-En la medida en que en el mundo los negocios crecen, estas firmas crecen. Lo que está pasando es que no crece el flujo de gente que estudia las carreras que se relacionan con lo que nosotros hacemos, fundamentalmente auditoría. Desde el punto de vista de la capacidad de los argentinos, el que se maneja bien en inglés puede trabajar en cualquier parte si se adapta. El argentino es flexible y eso afuera es apreciado.
-¿Cómo ve el nivel de estudio en general?
-Nosotros entrábamos en esta firma siendo perito mercantiles, hoy ingresan siendo graduados o próximos a serlo. La Universidad hace hoy más esfuerzos para compensar lo que falla en las etapas anteriores. Pero tanto en las privadas como en la UBA creo que la educación en estos últimos tiempos ha mejorado, estuvo peor en algunos años de los 80 y los 90.
-¿Cuál es el mayor desafío que tienen hoy?
-El aspecto más importante para manejar es la presión. Hay un fenómeno, que también es parte de esta generación de hoy, que es lo que internacionalmente se llama el work life balance . Así como está definido es el equilibrio entre el trabajo y la vida. Yo tengo un problema con eso.
-¿Cuál?
-Si defino que hay un work (trabajo) y un life (vida) estoy diciendo que son dos cosas diferentes y que el work entonces no es life . El work es parte de toda la vida. No hay que creer que el trabajo no es vida. Por supuesto no se puede vivir para trabajar, hay que ponerlo en el punto exacto, integrarlo a la vida y saber que si uno tiene éxito en el trabajo va a tener una buena vida. No hay que tratar al trabajo como si fuera un castigo.
Hoja de vida
ALBERTO SCHUSTER nació en Buenos Aires, tiene 54 años. Esta casado con Teresa y tienen dos hijos, Hernán, de 28, y Florencia, de 25, y un nieto, Ian, de 3. Es licenciado en Administración de Empresas y contador público nacional egresado de la Universidad de Buenos Aires. Practica natación y juega al golf. Posee una amplia colección de CD de óperas y los fines de semana disfruta pasar el tiempo con su familia y amigos.
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